Universal Orlando: muere un hombre tras quedar inconsciente en una montaña rusa de Epic Universe

Universal Orlando: muere un hombre tras quedar inconsciente en una montaña rusa de Epic Universe sep, 20 2025

Qué se sabe del incidente

Un paseo de alta velocidad terminó en tragedia en Florida. Kevin Rodríguez Zavala, de 32 años y residente en Kissimmee, perdió el conocimiento durante un recorrido en la montaña rusa Stardust Racers, en el nuevo parque Epic Universe, y falleció poco después en un hospital. Equipos de emergencia recibieron primero avisos de posibles laceraciones, pero al llegar lo encontraron sin respuesta y sin respiración en una plataforma contigua a la atracción. Pese a las maniobras de reanimación de bomberos del condado de Orange y personal médico del parque, no pudieron salvarle la vida.

El reporte del Sheriff del condado de Orange, difundido el viernes, añade dos datos clave: la pareja de Rodríguez Zavala, que viajaba con él, informó a los agentes que el joven tenía una afección previa en la columna y usaba silla de ruedas. También tomaba medicación relacionada con su condición. Esos antecedentes orientan parte de las dudas que ahora intentan despejar los investigadores: qué papel jugaron los factores de salud frente a las fuerzas del recorrido.

El forense del área de Orlando, Joshua Stephany, realizó la autopsia y concluyó que la causa de la muerte fue “traumatismos por impacto múltiple”, con una calificación de accidente. El comunicado médico no detalló en qué partes del cuerpo se localizaron esas lesiones, un vacío que ha encendido preguntas técnicas sobre la dinámica exacta del suceso: ¿hubo golpes dentro del vehículo? ¿Afectaron los arneses? ¿Se produjo una mala postura durante el recorrido?

Stardust Racers se presenta como una montaña rusa de doble lanzamiento que alcanza hasta 62 millas por hora (unos 100 km/h). Es el tipo de experiencia que comprime aceleración, fuerzas G y cambios bruscos de dirección en pocos minutos. La atracción permanece cerrada mientras avanza la investigación interna y la de las autoridades locales.

En el sector, el diagnóstico del forense sorprendió. Dennis Speigel, veterano consultor y director ejecutivo de International Theme Park Services, lo calificó de “impactante” por la cantidad de incógnitas que abre: si las lesiones fueron en la cabeza o el pecho, si el pasajero estaba sujeto de forma correcta y si el origen del accidente estuvo en el sistema de la atracción o en acciones del propio ocupante. Son interrogantes habituales cuando ocurre un evento grave en un parque: se analizan procedimientos, dispositivos de sujeción y comportamientos.

La empresa dueña del complejo, Universal Orlando, expresó su pesar a la familia y aseguró que colabora plenamente con las autoridades del condado. Además, personal técnico del parque trabaja en paralelo para revisar el sistema de la atracción y el cumplimiento de sus protocolos. La familia de Rodríguez Zavala lo recordó en redes como “único en su clase”, un mensaje que circuló el viernes y que humaniza un caso que, por su naturaleza, se está abordando con cautela y sin especulaciones oficiales.

Preguntas abiertas y protocolo de seguridad

Preguntas abiertas y protocolo de seguridad

En Florida, los grandes parques temáticos operan con equipos de inspección propios y reportan trimestralmente incidentes significativos a las autoridades estatales. Paralelamente, la industria se guía por estándares técnicos internacionales —como los de la ASTM F24— que cubren diseño, operación, mantenimiento y formación del personal. Tras un accidente, se revisan registros de la atracción, bitácoras de mantenimiento, telemetría del recorrido, imágenes de cámaras y el proceso de verificación de sujeción antes del despacho del tren.

Los investigadores suelen seguir un guion técnico: comprobar el estado del arnés y el cinturón del asiento en cuestión, analizar si el pasajero cumplía los requisitos de estatura y complexión, verificar la correcta colocación y cierre de los sistemas de retención, y estudiar la curva de fuerzas G a lo largo del trazado. También se entrevista a operadores y testigos, y se coteja si el tren experimentó paradas, vibraciones anómalas o cualquier alerta del sistema.

El caso de Rodríguez Zavala introduce otra capa: cómo se gestionan las condiciones médicas preexistentes y las discapacidades en atracciones de alta intensidad. Los parques publican advertencias de salud —no recomendado para personas con problemas de espalda o cuello, afecciones cardíacas, mareos severos o embarazo— y orientan a los visitantes con movilidad reducida sobre transferencias y asientos. La normativa de accesibilidad permite restricciones cuando existe un “riesgo directo” para la seguridad, pero obliga a evaluar soluciones que no comprometan la operación segura. Esa línea, delicada, suele resolverse con información clara, formación del personal y decisiones caso por caso.

Aunque los accidentes mortales en atracciones fijas son infrecuentes en comparación con el volumen de visitas, la industria afronta cada uno con un nivel alto de escrutinio. La combinación de altas velocidades, fuerzas laterales y verticales, y la postura del cuerpo bajo sujeción hace que pequeños desajustes —una espalda mal apoyada, un torso levemente rotado, una barra que no asienta donde debe— puedan amplificar el riesgo para quienes tienen vulnerabilidades médicas. Si además hay medicación que afecta la presión arterial o la conciencia, las variables se multiplican.

En la práctica, esto es lo que probablemente ya está pasando tras el cierre de Stardust Racers:

  • Ingenieros del parque y auditores externos revisan el tren y el sistema de sujeción del asiento usado por la víctima, buscando fallos de fabricación, desgaste o ajustes fuera de tolerancia.
  • Se auditan las listas de verificación previas al despacho: quién validó el cierre de arneses, si hubo doble confirmación y si el sistema registró bloqueos correctos.
  • Se analizan datos del recorrido: velocidad, aceleración y cualquier alerta o evento inusual registrado en ese ciclo.
  • Se contrasta el perfil de salud comunicado en sitio —si lo hubo— con las advertencias oficiales de la atracción y los procedimientos de personal para asesorar a visitantes con condiciones médicas.

Más allá del caso, el debate que ya se asoma es cómo reforzar la comunicación de riesgos sin discriminar a quienes llegan con una discapacidad o condición crónica. Los carteles a la entrada, por sí solos, no siempre bastan. Operadores entrenados para detectar señales de incomodidad, asientos de prueba fuera de la fila, y protocolos claros para resolver dudas sobre sujeciones y transferencias hacen la diferencia en minutos que suelen ser caóticos, con música a todo volumen y colas impacientes.

Por ahora, lo único firme es el dictamen del forense —traumatismos por impacto múltiple y muerte accidental— y el cierre de la atracción mientras se responden las preguntas clave: dónde y cómo se produjeron las lesiones, si el sistema de sujeción funcionó como debía y si hubo factores personales que agravaron el desenlace. Cuando terminen las pericias, sabremos si la solución pasa por ajustes técnicos, cambios operativos o límites más claros para quienes valoran subirse a la adrenalina pese a condiciones de salud frágiles.